Al
leer un ejemplar de ECOS, un artículo con el título 'palabros' me
llamé la atención y quería saber más sobre ese tema.
Con la ayuda del Diccionario Panhispánico de dudas, junto con varios libros de
lingüística, como "Principios de fonología y fonética españolas"
de Antonio Quilis, "Romanische Sprachwissenschaft" de Christoph
Gabriel y Trudel Meisenburg, entre
otros, y ejemplos de palabros tomados de varias páginas web, he podido compilar
las siguientes informaciones.
La Real Academia Española supervisa el uso correcto de la lengua
castellana, pero a veces acepta palabras extrañas o ortografías sorprendentes.
Estas palabras raras o mal dichas se denominan ‘palabros’.
Otros
ejemplos bastante familiares son los palabros ‘otubre’ y ‘dotor’ aunque son
aceptados por la RAE, su uso es vulgar. Aparentemente la formación de palabros
está determinada por ciertos fenómenos lingüísticos. Una posible razón para la
omisión del sonido [k] en ‘otubre’ y ‘dotor’, por ejemplo, podría ser el hecho
de que la lengua española demuestra una tendencia de favorecer las sílabas
abiertas, es decir, sílabas que acaban en vocal. Así, los hablantes simplifican
a menudo la primera sílaba de ‘octubre’ y ‘doctor’ en la lengua coloquial; de
este modo /ok.tu. bre/ se convierta en /o.tu bre/.
Aparte
de esto, existen palabros que surgieron originalmente de otras lenguas. El
término ‘albóndiga’, por ejemplo, se deriva de la noción árabe ‘al-bunduqua’.
Según la RAE la versión errónea ‘almóndiga’ (el sonido ‘b’ fue reemplazado por
‘m’) sí existe pero está en desuso y hoy en día es una palabra vulgar.
Los
extranjerismos son un producto del contacto lingüístico, de hecho, no deben ser
considerados como nociones rechazables. Cada lengua tiene su propio procedimiento
con respecto a palabras que proceden de otras lenguas.
A continuación, voy a explicar el tratamiento de los extranjerismos en la
lengua castellana porque nos ayudará a comprender la existencia de muchos
palabros en español.
El
sistema español tiene dos categorías de extranjerismos. La primera categoría
está formada por los extranjerismos superfluos o innecesarios. Estos no son
aceptados por la RAE, ya que existen términos adecuados totalmente vitales en
español. Así pues, damos preferencia a nociones castellanas: decimos ‘copia de
seguridad’ y no ‘back up’ y ‘correo electrónico’ en vez de ‘email’. La
segunda categoría abarca los extranjerismos necesarios. Para estos no existen
términos equivalentes en español o, si existen, el empleo de las palabras
ajenas está arraigado o muy extendido. Los extranjerismos necesarios se dividen
en tres casos siguiendo los criterios de adaptación o mantenimiento de la
fonética o grafía original. Con el objetivo de preservar la alta cohesión entre
la grafía y la pronunciación de una palabra, el español tiende a
‘castellanizar’ los extranjerismos, ya sea gráfica o
fonéticamente. El primer grupo consta de los extranjerismos crudos que,
por lo general, son términos bastante extendidos como ‘ballet’, ‘blues’,
‘jazz’o’software’. Como no están adaptados lingüísticamente al sistema español,
hay que señalar gráficamente su carácter ajeno: la norma nos obliga a
escribirlas en cursiva o entre comillas. La segunda alternativa propone
emplear la grafía original de los extranjerismos, pero pronunciar y acentuarlos
según la fonología del castellano. Ejemplos son el anglicismo máster, o el
galicismo “quiche” [kíche], mientras que en francés no se pronuncia la letra
‘e’: [kísh]. Estos extranjerismos se consideran ya incorporados al léxico
del español, por eso, su lema no aparece en cursiva sino en letra
redonda. Otra alternativa es conservar la pronunciación original,
adaptando solamente la forma gráfica al sistema del español. De ese modo, para
el anglicismo “paddle” se da “pádel” y la grafía “chucrut” sustituye el
galicismo “choucroute”. Ejemplos de anglicismos castellanizados son
“bluyín” para “blue jeans” y “tique” para ‘ticket’. La grafía de “bluyín” se
deriva del sonido de la palabra original. En gran parte de Latinoamérica, la
expresión ‘pantalones vaqueros’ está en desuso, por lo tanto, la RAE decidió
incorporar el término ‘bluyin’. También la palabra “friqui” ha sido incorporada
en el inventario de la lengua española. Una persona “friqui” es, según la RAE,
una ‘persona pintoresca y extravagante o que practica desmesurada y
obsesivamente una afición’.
Como
vimos, hay palabras extranjeras cuya grafía nos sorprende muchísimo, sobre todo
si estamos acostumbrados a pronunciarlas según las normas de la lengua de
origen. A menudo los galicismos castellanizados demuestran una ortografía
bastante rara; aquí podemos citar los palabros cruasán, champán y paspartú. Acerca
de los palabros unas preguntas esenciales quedan pendientes:¿Cuáles son los
motivos que determinan el tratamiento de los extranjerismos necesarios? ¿Cuándo
los consideramos como extranjerismos crudos y cuándo tenemos que incorporarlos
fonética y/o gráficamente?¿Por qué utilizamos 'güisqui', pero 'sándwich' en lugar de 'sángüich'?
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