Durante mi estancia en Córdoba fui con unos amigos españoles, franceses e italianos a la plaza de toros para ver una corrida. No estaba segura si realmente quería asistir a un tal espectáculo. Al final me decidió ir allí porque por un lado me gustaría entender el entusiasmo que tienen los españoles por la tauromaquia, y por otro lado, pensaba que no podría discutir verdaderamente la cuestión sin haber visto una verdadera corrida.
Esta entrada aborda un sujeto muy debatido en España.
Aunque la lidia es un asunto muy precioso para muchos españoles, divide la
nación española en taurinos y antitaurinos.
A continuación voy a mostrar los argumentos de ambos
lados con el fin de llegar a comprender un debate que resulta un misterio para
el resto de los europeos, ya que a la exepción de Portugal y del sur de
Francia, no existe una tradición semejante en Europa.
En primer lugar voy a presentar algunos aspectos
positivos que nos ayudarían a entender mejor el fervor de muchos castellanos
acerca del toreo.
La tauromaquia es una de las tradiciónes más antiguas
del mundo. Sus antecedentes se remontan a la Edad de Bronce. En aquel entonces,
probablemente existían ceremonias de sacrificio de toros en los templos
celtíbericos. Con la llegada de los romanos en la península ibérica, se
convirtieron en un espectacúlo de masas comparable a los combates de
gladiatores en Roma. La costumbre persistió incluso la época del califato y
luego, durante la Edad Media se estableció como un tipo de entretenimiento
habitual.
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cartel de una corrida en 1947 |
Hoy en día la corrida de toros sigue siendo un
costumbre popular profundamente arraigado en la sociedad castellana. Pese a su
tradición milenaria, mucha gente la considera como una expresíon de la cultura
peninsular que merece ser preservada. La Real Academia incorporó numerosos
refranes, metáforas y términos procedientes del ámbito taurino en su
diccionario, tanto como la interjección "¡olé!", o la expresión
“echar un capote”, (‘ayudar, colaborar’) ya que se emplean diariamente en
la lengua castellana.
En la Comunidad Autónoma de Andalucía, la región que
cuenta con el nombre de especadores más altas en toda España, hay personas que
están dispuestas a pagar una fortuna para tener un buen asiento en la plaza de
toros. La pasíon taurina es tan extendido en Andalucía que muchas plazas son alquiladas
por familias enteras, ocupados regularmente a lo largo de la vida. Al fallecer
de un inquilino, su plaza es legada a un heredor.
La feria es la temporada alta de la tauromaquia,
prácticamente cada pueblo, sobre todo en el sur de la península, dispone de una
plaza de toros en el que se celebra regularmente un encierro como punto
culminante de los festivos. Para muchos aficionados no es un simple ocio, sino
un espectáculo artístico, una forma de arte cuyo reglamento está regida por la
estética. En cierto modo, el matador es percibido como un artista: dirige
hábilmente los pasos del toro bravo con su muleta siguiendo una correografia al
ritmo del paso doble. De ese modo, la lidia es considerada como una mezcla de
baile y arte. Solamente un torero hábil y éxitoso gana la admiración del
público y recibe su premio en forma de la oreja, o de la cola del animal
vencido.
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un picador en su caballo |
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el torero |
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un bandillero |
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pases de un matador |
Destaca también la gran importancia de la lidia para
la industria turística española. Cada mes miles de turistas visitan las plazas
junto con sus museos taurinos donde están expuestos carteles e imágenes de
corridas legendarias, trajes de matadores celebres bordados con hilos de oro o
plata, o incluso partes del cuerpo de un toro vencido. Muchos toreros, tales
como el Cordobés, el Juli o Manolete son heroes nacionales, celebres en todo el
mundo. Por lo tanto, una proporción bastante alta de los turistas quiere
asistir, por lo menos una vez en su vida, a una corrida para sentir la amósfera
única de esta fiesta que se convirtió en un símbolo nacional. Es una de los
principales asombros de turistas en la península ibérica. Los partidarios
constan que una abolición de los toreos sea fatal para la economía vacilante
del país, debido a la gran cantidad de ingresos que genera. Miles de empleos
estén en peligro, puesto que mucha gente trabaja en el sector taurino:
criaderos, veterinarios, empresarios y los propios matadores.
Mientras que los aficionados de la taromaquia no dejan
de llenar las arenas, ansiosos por ver un espectáculo dramático, se juntan cada
vez más antitaurinos para manifestar por los derechos de animal, gritando y
acusanso a coro las protagonistas de la corrida: los toreros, los miembros de
las confederaciones tauromaquinas y los criadores. Desde su punto de vista, el
toreo no forma parte de la identidad española, sino es un entrentimiento
absolutamente anacrónico. Constan que hoy en día el hombre tenga una infinidad
de opciones para entretenerse que no incluya el maltrato de animales: El cine,
las piscinas municipales, la televisión, conciertos, parques de atracciones, o
el internet, para citar solamente algunos ejemplos.
Además los antitaurinos consideradan el encierro como
una lucha desequilibrada, puesto que el torero no solo dispone de herramientas
para defenderse e irritar a la creatura, sino que se debilita el animal de
antemano: le afeitan los cuernos, y en vez de obtener alimentación, los toros
reciben medicamentos con efecto laxante. Durante el espectáculo, la cuadrilla
formado de bandilleros, picadores a caballo y un matador principal, debilitan y
castigan a la creatura durante una larga cuarta de hora. Perforan su cuello
mediante lanzas decoradas con cintas variopintas y lo dirigen con una muleta
por toda la plaza, obligándolo a correr y defenderse hasta el límite de sus
fuerzas. Cada vez que un torero recibe una cornada, el público está asustada y
altamente preocupada por la vida del pobre hombre inofensivo, atacado por la
gran bestia asesina. En estos momentos, la gente mira con horror hacia la plaza,
pero, al mismo tiempo se demuestra insensibe ante la criatura sangrando y
sufriendo. Frente a este reglamiento, no es sorprendente, que las corridas sean
consideradas un maltrato de animal.
Los seguidores subrayan la gran importancia de la
lidia para la industria turística española. No obstante, la mayoría de los
extranjeros que se habían decidido asistir a una corrida porque estában
curiosos, vuelven a casa horrorizados y tristes ya que han apoyado a un
costumbre atroz que maltrata los toros con el puro fin de entretenerse.
Otro lado oscuro de las corridas son sus numerosos
accidentes. A lo largo de los últimos ochenta años murieron al menos veinte
matadores en la arena. Mayoritariamente, la sociedad demuestra más compasión para
las familias del torero que por la muerte de los toros valientes que fallecen
cada domingo durante la temporada de la lidia entre marzo y octubre. En algunas
regiones ya no hay corridas de toro. La Generalitat de Cataluña las prohibió en
2012, y el parlamento de las Canarias decidió su abolición en 1991. Actualmente
la oposición taurina está cresciendo. Ante los accidentes recientes y los protestas
que ocasionaron, muchos municipios preparan consultas para que sus habitantes
puedan votar si están a favor o en contra del mantenimiento del toreo.
La euphoria por la lidia ha bajado, cada año las entradas
disminuyen un poco más, mientras que la protesta gana cada vez más importancia.
Desde las elecciones municipales en 2015 muchos alcaldes de la izquierda no
ocupan sus asientos reservados, porque las corridas no les gustan en absoluto.
Pero como la tauromaquia es un gran negocio y consta de una lobby enorme,
recibe subvenciones del estado que aseguran su subsistencia. Estas sumas
considerables permiten, tanto a los criadores, como a los matadores, beneficios
de lujo.
Hay que añadir que los gastos para una sola corrida
son exorbitantes. Según las informaciones de la Asociación de Liberación Animal
Roquetas del Mar una comunidad con aproximadamente 91.000 habitantes en la región
de Almería ha pagado 444.675€ para una corrida durante la feria de Santa Ana en
2014. En este caso, el caché de los toreros, que a veces supera una soma de
50.000 está incluido. En España hay miles de plazas de toros para entretener,
más de mil ganaderías y treinta escuelas de tauromaquia financiados por dinero
fiscal. Por lo tanto, sumas gigantescas están transferidas a una industria a la
que no le importan cuestiones de protección animal.
Para concluir, quería contar unas observaciones de mi
visita en una corrida de Córdoba.
Siguiendo la tradición, también en Córdoba hubo seis
rondas con tres toreros diferentes. Lo que me extranó al primer momento era la
atmósfera en la plaza, era muy calma y tenso, como si hubiera ido en una sala
de cine para ver una película muy extensa. Durante los primeros minutos un toro
resultó herido de un golpe malfortunado en la arena y a penas podía marchar. El
torero miraba al presidente para saber cómo continuar, pero aparentemente el
jefe de la plaza no tenía compasión por el toro, no quería cortar el
espectáculo. Aunque había gente que se quejaba constantemente volteando sus
pañuelos, él torero tenía que continuar precisamente según el protocolo. Mis
amigos españoles me dijeron que muchos presidentes actuan de la misma manera,
solo les interesa el reglamento, y el torero tiene que obedecer si quiere
volver a torear en una de las plazas más importantes del país. Para mi fue un
choque ver a esas creaturas luchando miserablemente por su vida que estaba en
peligro desde los primeros instantes. Lo más asceroso fue la oreja sangriente
que un matador lanzó al público. Por gracia, estaba en una fila bastante arriba
de la plaza y no podía verla, ni los toros de cerca. A fin de cuentas, creo que
obtuvo una verdadera impresión de esta costumbre y puedo constatar que por un
lado entiendo un poco la estética de la corrida, la música clásica, la ropa tradicional
y la atmósfera, pero al otro lado, tengo que admitir que a mí no me gustan estos
espectáculos sangrientes. No volveré a ver otra corrida, una me bastará.
Os recomiendo el vídeo de un debate que refleja muy bien las dos caras de España, la taurina y la antitaurina.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/59-segundos/debate-torero-59-segundos/723347/
Tiempo empleado: 6h
¡Hola Verena!
AntwortenLöschenDurante mi estancia en Valladolid también vi una corrida de toros. Al principio, no estaba segura si ir o no ir porque no quería pagar dinero por la matanza de animales. Finalmente, decidí ir por una parte porque las corridas forman una parte esencial de la cultura española y por otra parte quería entender el entusiasmo que sienten los españoles por la tauromaquia.
Teníamos la suerte de estar sentadas al lado de un hombre que nos explicó exactamente lo que pasaba y así pudimos aprender los términos relacionados con la corrida como picador, banderillas, etc… Después del espectáculo estaba contenta de haberlo visto, pero nunca iré otra vez a una corrida. Solo el hecho de que durante una corrida mueren un mínimo de 6 toros y si ahora pensamos en cuantos pueblecitos tienen una feria con corridas o encierros, ya nos podemos imaginar cuantos toros mueren solo durante las fiestas.
Los argumentos que has mencionado a favor de la tauromaquia me recordaron a nuestro debate si la monarquía española debería ser abolida ;) no se puede justificar todo con el hecho de que sea la tradición.
Aunque los defensores de la tauromaquia la consideran arte, no se debe olvidar que los toreros matan a animales con su arte.
Entiendo que la lidia es un ingreso importante para España y que tiene una importancia enorme para la industria turística lo que se puede ver durante las fiestas de San Fermín. Muchos extranjeros viajan a España para ver y participar en los encierros. A parte del maltrato de animal, también muchas personas se hieren o incluso mueren por estar cogido por un torro como ya lo has expuesto.
Tu punto sobre los gastos de una corrida de toros me parece muy importante relacionado con un Estado que está endeudado y cuyos habitantes viven en paro. Pagan impuestos para financiar un maltrato de animal.
Para resumir, creo que no podemos entender la pasión de los españoles porque no hay nada comparable en nuestra cultura o muchas otras como ha has dicho anteriormente.
35min
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AntwortenLöschenHola Michelle:
AntwortenLöschenA mí también me parece una barbaridad que la industria taurina es subvencionada mientras que millones de españoles están sin trabajo.
Tampoco entiendo por qué se prosigue la tradición de la lidia en España, puesto que otros territorios con una larga tradición taurina, como Portugal, o partes de Francia ya la prohibieron.
Es verdad que los argumentos a favor de la taurina y los que apoyan el mantenimiento de la monarquía son bastante parecidos. No obstante, leí que el mismo rey Felipe, al contrario de su padre Don Juan Carlos, que es un gran aficionado taurino, no asiste a corridas porque las estima como un maltrato de animal innecesario. Ojalá que algunos monarquistas siguan el ejemplo de su nuevo rey y se distancien de este costumbre brutal.
Personalmente creo que no todo lo que tiene una larga historia merece ser conservado. Si miramos la cantidad de entradas que están disminuyendo continuamente, no queda ninguna duda de que la lidia ha sobrepasado su apogeo. Opino que esta tradición sobrevivió la crisis solamente gracias a las inmensas sumas de subvenciones, ya veremos cuánto tiempo la sociedad castellana estará dispuesta a permitirse este lujo que para la mayoría de la gente no representa nada más que una forma cruenta de perder el tiempo.